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Ciencia en palabras/ Los amigos priones (una teoría sobre la memoria)

junio 7, 2011

Los amigos priones 

Antes de leer, una cosa a tener en cuenta: los mejores villanos son los que también tienen su lado bueno. 

De la memoria sabemos pocas cosas, lo que no deja de ser curioso. Somos quienes somos gracias a ella y apenas la conocemos: ¿Cómo puede ser que algo que sucede durante unos instantes pueda acompañarnos toda la vida? De lo poco que sabemos sobre cómo se forma tenemos estas dos cosas: una es que para consolidarse tienen que formarse nuevas sinapsis entre las neuronas. Otra es que para conseguirlo hay que fabricar proteínas. Pero aquí nos encontramos un problema: las proteínas tienden a ser degradadas, y por lo general no duran más allá de 14 días. Así pues, ¿cómo puede algo que dura dos semanas mantener un recuerdo toda una vida? Quizás a través de ciertas propiedades que tienen los priones. Como lo oyen. 

Los priones son proteínas que pueden plegarse de una forma diferente a la que consideramos natural. Y sí, son los que se acumulan en la enfermedad de las vacas locas. Incluso los que provocan una enfermedad conocida como “insomnio familiar fatal”, una alteración neurológica que acaba llevando a la muerte ante la imposibilidad de conciliar el sueño. Pero las propiedades de los priones se adecúan muy bien al funcionamiento de la memoria: al contrario que las proteínas “normales” son casi indestructibles, tienen gran plasticidad (pueden encontrarse en forma activa o inactiva, encenderse o apagarse) y además tienen la capacidad de “infectar”, de cambiar la estructura de proteínas vecinas y activarlas. Es decir, que podrían mantenerse durante mucho tiempo, ser flexibles y “moldeables” y además ser capaces de activarse masivamente cuando algo nuevo e impactante sucede. Como los recuerdos, vaya. 

No es que el prion de las vacas locas participe en la memoria, pero ojo, hay otra cosa que se sabe sobre ella. Para que se forme parece imprescindible que funcione una proteína llamada CPEB, que tiene la capacidad de activar a otras muchas más y de formar nuevas sinapsis. ¿Adivinan qué es lo que se encontró cuando se estudió su estructura? Eso mismo: que CPEB comparte parte de la secuencia y muchas de las propiedades de los priones. Los villanos, ¿recuerdan? 

Aunque todavía está por demostrarse en humanos, no se puede negar que la hipótesis es al menos tan bella como inesperada.

 

Para saber más:

Artículos:

Bailey CH, Kandel ER, Si K. The persistence of long-term memory: a molecular approach to self-sustaining changes in learning-induced synaptic growth. Neuron. 2004 Sep 30;44(1):49-57.

Si K, Choi YB, White-Grindley E, Majumdar A, Kandel ER. Aplysia CPEB can form prion-like multimers in sensory neurons that contribute to long-term facilitation. Cell. 2010 Feb 5;140(3):421-35.

Libro:

– Proust y la neurociencia. Jonah Lehrer. Ed: Paidós

 

Este artículo fue publicado en Tercer Milenio, suplemento del Heraldo de Aragón el  7/06/11

2 comentarios
  1. marga permalink

    …pues no recuerdo,,, algo sobre unes proteïnes…
    ¡GLUBS!

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